Durante las últimas décadas el efecto protector de la
lactancia materna frente al desarrollo de enfermedades alérgicas ha sido objeto
de numerosos estudios y debate científico. La mayoría de los estudios
demuestran que el ambiente libre de humo de tabaco y la alimentación con
lactancia materna exclusiva durante 4-6 meses son las medidas más eficaces para
la prevención de la alergia. Es necesario desarrollar estudios que exploren las
posibles interacciones entre factores genéticos y alimentación infantil, así
como los efectos de algunos micronutrientes y las exposiciones ambientales en
el riesgo de la enfermedad alérgica.
La alergia mediada por IgE tiene un componente hereditario.
El riesgo de que un niño sufra estas enfermedades es de un 40-60% si ambos
padres son atópicos, frente a un 5-10% si ninguno lo es. Los genes implicados
en cada una de las enfermedades alérgicas, son diferentes. En el desarrollo de
estas enfermedades también participan factores ambientales, que se consideran
responsables del aumento que en las últimas décadas ha experimentado su
prevalencia en los países industrializados. Es importante identificar estos
factores, porque a diferencia de los factores genéticos, sí pueden ser modificables. La evidencia científica actualmente
disponible señala que el ambiente libre de humo de tabaco y la alimentación con
lactancia materna exclusiva durante 4-6 meses son las medidas más eficaces para
la prevención de la alergia.
A pesar de la evidencia científica actualmente disponible
sobre el papel de la lactancia materna en la prevención de las enfermedades
alérgicas, el debate sobre este tema continúa al existir disparidad en los resultados
de los estudios publicados. Algunos de ellos no encuentran relación entre el
tipo de alimentación y el desarrollo de la alergia, otros constatan que la
lactancia materna exclusiva tiene un efecto protector frente a las
manifestaciones de alergia en las etapas tempranas de la vida, pero no a medio
o largo plazo, y algunos incluso comprueban un mayor riesgo de alergia entre
los niños amamantados, planteándose la hipótesis de que los niños con lactancia
materna estarían expuestos a pequeñas cantidades de estas proteínas
alergénicas, que pasan a través de la leche materna, y que en vez de tolerancia
oral, inducen sensibilización. Sin embargo esto ha sido refutado en un estudio
epidemiológico amplio realizado en el Reino Unido y en revisiones sistemáticas
y meta-análisis de estudios observacionales que demuestran de forma consistente
el efecto protector de la lactancia materna exclusiva frente a enfermedades
alérgicas, que se mantiene en niños mayores de 5 años de edad.
Las discrepancias entre los resultados de estos estudios se
pueden explicar por diferencias en el diseño del estudio:
prospectivo/retrospectivo, observacional/intervención, tamaño de la muestra,
período de seguimiento, etc. En alguno de ellos no se diferencia entre
lactancia materna exclusiva o no exclusiva y se utilizan diferentes criterios
para medir las variables contundentes y para ajustar para esas variables. La variabilidad
en la definición de alergia y atopia también puede explicar los resultados
discordantes.
Actualmente continúa sin conocerse bien el mecanismo por el
que la leche materna podría ejercer este efecto protector frente a la alergia.
Se postulan diferentes hipótesis; la menor exposición a antígenos externos en lactantes alimentados al pecho, con el consiguiente menor riesgo de sensibilización, la protección frente a infecciones que podrían suponer un estímulo para el desarrollo de atopia, la influencia de diversos componentes de la leche materna en la maduración gastrointestinal del niño, sobretodo a nivel de la barrera mucosa y de la flora gastrointestinal y su contenido en ácidos grasos omega-3, citoquinas y otros péptidos bioactivos con propiedades antiinflamatorias e inmunomoduladoras.
Se postulan diferentes hipótesis; la menor exposición a antígenos externos en lactantes alimentados al pecho, con el consiguiente menor riesgo de sensibilización, la protección frente a infecciones que podrían suponer un estímulo para el desarrollo de atopia, la influencia de diversos componentes de la leche materna en la maduración gastrointestinal del niño, sobretodo a nivel de la barrera mucosa y de la flora gastrointestinal y su contenido en ácidos grasos omega-3, citoquinas y otros péptidos bioactivos con propiedades antiinflamatorias e inmunomoduladoras.
A pesar de las discrepancias y dado que la mayoría de los
estudios demuestran que la lactancia materna exclusiva en el lactante con
antecedentes familiares de atopia, y en menor medida para la población general,
ejerce un papel protector frente a la dermatitis atópica, asma y rinitis
alérgica, las principales sociedades científicas relacionadas con el tema
(American Academy of Pediatrics (2000),
European Society for Paediatric Allergology, Hepatology and Nutricion (Host A
1999) recomiendan firmemente la lactancia materna en caso de antecedentes familiares
directos.
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